Recibido el 17 del 11 de 2001, como comentario a la reseña
contenida en el THMNews 95 acerca del asesinato por parte 
de ETA de José María Lidón

Incluímos íntegramente el comentario, seguido de nuestra
respuesta


Dejemos Trabajar por la Paz J B A

El dolor que nos produce la inoperancia de la sociedad vasca ante la destrucción de las vidas de sus miembros a manos de una pequeña parte también de sus miembros no nos debe hacer pensar que la verdad es la que reside en cada uno de nosotros y que no hay más verdad que una, la que tengo yo.

En vuestra página se ha escrito un artículo de reflexión sobre el asesinato de Jose María Lidón que se califica como una acción, y cito textual: "protagonizada por imbéciles, encubierta por psicópatas y alentada o al menos no claramente rechazada por una caterva de cobardes y malvados, peores si esto es posible que los propios asesinos, que toman potes, van de paseo, tienen sus negocios y viven tranquilos, sintiéndose además buenas personas".

  Finaliza con la siguiente frase: llorar la pérdida de sensibilidad, el cinismo, la imbecilidad y el absoluto desdén por la vida ajena (que no por la propia) en que vivimos inmersos todos los vascos.

La violencia de ETA es rechazada claramente por todos los vascos que no votan a Euskal Herritarrok e incluso también por algunos de ellos. Dicho esto me gustaría saber quién está incluido dentro de cada uno de los tres grupos a los que abomina el articulista, a saber:

  1- Los imbéciles que ejecutan el terror: ETA

  2- Los psicópatas que les encubren: EH

  3- Los que alientan o no claramente rechazan sus acciones y que son una caterva de cobardes y malvados, peores si esto es posible que los propios asesinos. ??

Los vascos no vivimos inmersos en el desdén por la vida ajena, hay una clase política que trabaja con o sin acierto por intentar encontrar soluciones. No siempre es fácil. No intoxiquemos y dejemos trabajar para lograr la paz. Somos necesarios todos incluido el articulista quien demuestra a través de su violencia canalizada en un medio escrito que, la paz no está cerca porque los corazones siguen siendo violentos, independientemente de que se aniquile fiscamente a todos los que en la actualidad empuñan un arma.

Nadie encubre a ETA, y nadie deja de rechazar a ETA, todos lo hacemos claramente, pero independientemente de que estemos de acuerdo con las actitudes de cada uno en esta situación que estamos viviendo, hay que pensárselo más de dos veces antes de tildar a más de la mitad del pueblo vasco con derecho a voto y que lo ha ejercido, de "cobardes, malvados y peores que los asesinos", la alteración mental, es posible que resida más en el articulista que no en los 600.000 votantes a quien es posible que haga referencia.


Respuesta de la THMA

Estimado Joseba:

Queremos agradecerte la consideración que implica el haberte tomado la molestia de leer nuestro boletín, y de escribir el comentario que nos envías con tu mensaje. Vaya por delante nuestro absoluto respeto por tus opiniones y creencias.   Por ello, y salvo que te parezca inoportuno, en nuestra sección THMInteractivo, diseñada para el intercambio entre lectores y con los editores de las News recogeremos tu carta, junto con las aclaraciones que ahora te adjuntamos.

Un abrazo. 

Querido Joseba:

Inicias tu comentario haciendo alusión al relativismo de las ideas y que la verdad no es posesión de nadie.  Quizás nos equivocamos, pero tal y como lo expresas nos da la impresión de que nos acusas de ser dogmáticos, y de imponer nuestro criterio en nuestro humilde escrito.   Sin embargo no encontramos en nuestro comentario ninguna idea (mejor, ideología) concreta, salvo la de condenar el asesinato, en especial como forma de solucionar los problemas políticos.   Nos limitamos a lamentar el asesinato y a señalar la enfermedad moral de una sociedad, la nuestra, en la que hay algunos que celebran y alientan los asesinatos y una gran mayoría silenciosa, tan silenciosa que vive (vivimos) en la autocomplacencia y es capaz (somos capaces) de dar la espalda al sufrimiento y el dolor ajenos.  

  No nos consideramos, de ninguna manera, en posesión de la verdad.  En nuestra sociedad, por cierto, ya hay quien cree estar lo suficientemente en posesión de la verdad como para quitar de en medio a los otros o para encontrar la manera de justificarlo.

Deberemos tal vez hacer algunas precisiones terminológicas. En nuestro comentario acusamos efectivamente a los asesinos de imbecilidad (la propia del fanatismo), y hablamos de malvados (quienes matan o aplauden los asesinatos sin reparar en el sufrimiento ajeno) y de psicópatas.  Este último término define la indiferencia al sufrimiento ajeno, la falta de capacidad de empatía y la frialdad necesaria para aplaudir el asesinato a sangre fría de un hombre desarmado, delante de su familia.   Pero también hablamos de cobardes.

No estamos de acuerdo con que todos los vascos que no votan a Batasuna rechacen claramente la violencia de ETA, al menos no según lo que entiendas por rechazar. También la mayoría de los vascos rechazan el racismo, el estigma en que viven los enfermos mentales, la pobreza, el hambre en el mundo, etc, etc.  Pero eso no quiere decir que hagan (hagamos) nada para evitarlo, ni excluye que nos mostremos racistas, estigmatizadores y egoístas en cuanto nos toca de cerca.  Es decir, no vale decir de boquita “rechazo la violencia”, y seguir la vida como si no pasara nada, sólo porque no le pasa a uno. 

Nos pides en otro punto que no intoxiquemos y que dejemos trabajar a los políticos. A ello te responderíamos que estamos diciendo sencillamente lo que pensamos de todo corazón; que, acertados o no, estamos dando nuestra opinión; que estamos diciendo lo que pensamos sobre una cosa. Si eso es intoxicar sólo nos queda una opción: no decir lo que pensamos.  Así que sólo nos cabe preguntarte si crees que tenemos derecho a decir lo que pensamos o no.  Si nuestras opiniones, por el hecho de no coincidir con las tuyas, te parecen intoxicadoras, habrá que preguntarse quién –nosotros o tú- se erige en poseedor de la verdad. 

Por otro lado, en caso de intoxicar, y aunque estamos muy orgullosos de nuestro millar de suscriptores, nuestra acción intoxicadora, querido Joseba, es tan humilde y pobretona que no merece el nombre.  Pero si a alguien le parece que la reducida difusión de nuestro boletín representa un peligro de intoxicación le responderemos que tan sólo estaríamos intoxicando a quien quiera intoxicarse, porque este boletín se recibe voluntariamente y cualquiera puede borrarse en el momento que lo desee por no estar de acuerdo con la línea editorial o por la razón que sea.

Hay otro pasaje de tu carta un tanto confuso donde nos acusas de tener violencia en nuestros corazones.  Por lo visto, encuentras violencia en nuestro escrito.  Nos sorprende mucho ese hallazgo, que coloca en un mismo plano de gravedad las acciones de unos asesinos con artículos como el nuestro. 

También nos llama la atención que en el mismo párrafo afirmes que la paz está lejos aunque se aniquile físicamente a todos los que en la actualidad empuñan un arma.  Tal vez estemos malinterpretándote, pero parece que crees que hay muchos (entre los que tal vez nos cuentes a nosotros) que consideran que la solución al drama cotidiano de nuestra sociedad sería la eliminación física de los terroristas.  No sabemos si hay quien tenga esta opinión (confiamos que no) pero, ciertamente, nos parecería excesivo y sobrevalorativo que nuestro escrito te hubiera dado pie a creer que detrás de nuestras palabras hay tal sentimiento.  En todo caso, ya decimos que no estamos seguros de entender exactamente qué es lo que quieres transmitirnos con esas palabras y si somos nosotros quienes hemos sobrevalorado, te rogamos que nos disculpes.

Y por otra parte, aunque hubiera corazones violentos, no creemos que pueda ser ésta la causa de la violencia política que está arruinando moralmente a nuestra próspera sociedad.  Si hemos de seguir el símil anatómico, la violencia, querido Joseba, no está en los corazones, sino en las manos que empuñan pistolas, preparan bombas o arrojan cócteles molotov, y en los cerebros que diseñan y justifican tales acciones.  Somos críticos con nuestra sociedad, pero su pecado –nuestro pecado- no es una supuesta violencia colectiva (eso es lo que desearían quienes con total desvergüenza retratan a nuestro pueblo como escindido y enfrentado entre abertzales y unionistas).  Su pecado, nuestro pecado, es el de la cobardía. 

Lo malo es que algún día tus hijos y los nuestros, y los de tantos otros, nos preguntarán dónde estábamos cuando los asesinos aniquilaban (en este caso, de verdad) a tantas personas con o sin uniforme, a dónde mirábamos cuando se extorsionaba a muchos ciudadanos por sus ideas políticas (compartibles o no), cómo nos las arreglábamos para seguir con nuestra rutina y nuestro bienestar cuando se silenciaba a los comunicadores mediante la presión, la amenaza, el disparo o la bomba.  Y lo peor es que no sabremos qué contestarles.

Sin más, un abrazo.


©Txori-Herri Medical Association, 1997-2001

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