Medicina Electrónica: posibilidades y peligros. Editorial

The Lancet 1998: 352: 1079

Versión en castellano del Lancet en castellano, vol 34, número 2, 1999-03-31

La historia progresa gracias a los riesgos de ciertas innovaciones que en determinado momento resultaban tan peligrosas como para suprimirlas, o como mínimo para discriminarlas rigurosamente en favor de los intereses de la civilización. Por ejemplo, la impresión y el consiguiente desarrollo de la literatura fue considerada peligrosa dado que podría permitir a la gente adquirir ideas subversivas (lo que efectivamente ocurrió, como la diseminación de nuevos conceptos sobre libertades religiosas y políticas).También se consideró anatema el transporte mecanizado (trenes y vehículos a motor. e incluso inicialmente la bicicleta). Los expertos indicaron que el cuerpo humano no podría sobrevivir al viajar a velocidades que empezaban a ser posibles (unos 50 km/h). Sin embargo, el cuerpo humano sobrevivió, y sigue haciéndolo en nuestros días incluso a velocidades supersónicas. El invento de la radio genero una gran alarma: podría diseminar todavía más las ideas subversivas, incluso a la gente que no sabia leer (en beneficio de millones de personas, así ocurrió). Aunque los eruditos pronosticasen que la televisión sería la ruina de cines, teatros y otros entretenirnientos, la mayoría de ellos siguen prosperando y hoy día la televisión constituye la distracción más popular del mundo occidental (si bien no deberia considerarse que un nivel elevado de utilización equivalga a buena utilización).En este momento los expertos empiezan a rnanifestarse respecto a Internet. El peligro de este invento radica en que por el precio del equipamiento requerido (una televisión y una caja electrónica) y de una factura telefónica todos los ciudadanos pueden comprar (desde libros hasta comestibles, incluyendo la mayoría de las necesidades imaginables), contribuir al debate político y social, obtener información médica e incluso tratamientos, evitándose en todos los casos la censura de quienes saben aprovecharse de los programas de radio y televisión. y todo ello sin necesidad de salir de casa. Además, la gente que navega por Internet parece divertirse (fenómeno que no suele obtener la aprobación general). En los EE.UU. Mandl etal han publicado en el número del 15 de septiembre de 1998 de la revista Annals of Internal Medicine el artículo Comunicación electrónica médico-paciente: problemas y esperanza", en el que se aborda una revisión de las iniciativas electronicas sobre asistencia sanitaria. Aunque los autores aprueban las iniciativas electrónicas interactivas, como cl Comprehensive Health Enhancement Support System que ayuda a los individuos positivos para el VIH o afectados de sida, están en contra de la medicina electrónica de rutina. Manifiestan que "las nuevas tecnologias de comunicación no deberían reemplazar los cruciales contactos interpersonales que constituyen la base de la relación entre el paciente y el médico". Las direcciones de Internet que ofrecen consejos médicos gratuitos o a bajo precio reciben muchos miles de consultas diarias. La mayoría de personas que consultan estos datos también disponen de acceso al consejo médico personalizado, si bien en muchos casos no se desea una "relación médico-paciente" en cada ocasión (o en ninguna), prefiriéndose una consulta electrónica rápida, conveniente y económica. En el número del mes de septiembre de 1998 de la revista Amerícan Psychologíst Kraut et al, de la Carnegie Mellon University de Pittsburgh, publican un articulo en el que concedieron libre acceso a Internet a 169 personas de 7,3 domicilios, y al revaluarlos 2 años después descubrieron que los que utilizaban la red electrónica hablaban menos con sus familiares, se relacionaban con menos amigos, y presentaban mayores puntuaciones en los cuestionarios sobre depresíón. Sin embargo, el estudio no incluía ningún grupo control que utilizase otros métodos de interacción, por lo que pese a la publicidad recibida, los resultados del experimento deben calificarse de sospechosos. En una entrevista publicada en Science, Maressa Hecht Orzack, directora de los Servicios de Adicción a los ordenadores del McLean Hospital de Belmont (Massachusetts), manifiesta que "mis pacientes me suelen referir: mi esposa dedica mucho tiempo a la Red y ya no me habla tanto". ¿No cabe la posibilidad de que la esposa navegue en la Red porque no desea hablar con su marido? Aunque sin duda existan posibles peligros relacionados con una mala utilización de Internet, la Red está aqui y la profesión médica debe tragarse su orgrullo admitiendo que mucha gente no desea perder horas en las salas de espera, o entrevistarse con los médicos cara a cara. Por el contrario, debería dar la bienvenida a la medicina electrónica y estudiar cuál es la mejor forma de utilizarla en beneficio de los pacientes.


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