MUSICOIDES ENDÓGENOS Y NEUROMÚSICA

 T. John Boogie

 TheTxori-Herri Medical Journal 1995

Resumen: Este artículo es una revisión de todos los trabajos realizados hasta la fecha acerca de la relación música-cerebro: mecanismos de acción de la música en nuestro cerebro, bases neuroquímicas del ritmo y de la melodía, etc. Se apuntan líneas de investigación para el futuro de esta disciplina (Neuromúsica)

Palabras Clave: Neuromúsica - Musicoides Endógenos - Rockandrolleína - Rapeína - Clasicina - Receptores

Summary: This paper is an update review of all the contributions on music-brain relationship: Music's mechanisms of action upon human brain, neurochemical bases of rythm and melody, etc.  Some future research directions in Neuromusic are pointed out.

Key Words: Neuromusic - Endogenous Musicoids - Rockandrolleine - Rapeine - Classicine - Receptors

Introducción

            Experimentos anecdóticos aparte (vg, el Informe de Gilffrey (1) sobre el loro Gilberto que cantaba todas las canciones de Frank Sinatra con un acento impecable), hemos de convenir en que el canto y el baile son actividades fundamentalmente humanas. Sin embargo la neurociencia ortodoxa ha dedicado comparativamente pocos esfuerzos al estudio de esta capacidad humana y es por ello que en nuestra búsqueda bibliográfica hemos tenido que recurrir a autores y revistas poco conocidos en los círculos científicos habituales pero de una solvencia demostrada.

            En primer lugar están los estudios antropológicos de Galrraux (2) que encuentra instrumentos musicales en casi todas las culturas prehistóricas conocidas (tambores, silbos, flautas, etc.) por lo que concluye que, aunque no disponemos de grabaciones de la época neolítica, se puede afirmar con poco margen de error que los Neanderthales y Cromañones cantaban y bailaban. Galrraux va más lejos y afirma que los precursores homínidos se convierten efectivamente en humanos precisamente en el momento en que empiezan a cantar y bailar.

            Lo que no está tan claro es el momento en el que surge esta capacidad musical en la evolución humana y qué mecanismo evolutivo ha podido servir para seleccionar esta habilidad aparentemente tan inservible en tiempos prehistóricos. No está claro de qué podía servir a los cazadores neolíticos una bella voz o unas travoltianas capacidades de baile. Waltz (3) dice que la explicación puede estar en que los hombres que cantaban y tarareaban con bella voz podían conseguir los favores de las hembras y de ahí el interés en el canto.  A nosotros nos parece muy débil este argumento y pensamos que en aquellos tiempos lo más probable es que el que cazara un conejo no durmiera sólo y que no estaban las cosas para perder el tiempo cantando. La hipótesis de Jazztone (4) es que el baile mejora la forma física y mantiene el vigor de los cazadores, afina los reflejos y la coordinación motora.

            Sea como fuere la música existe en todas las culturas pero no tiene la misma importancia en todas ellas  ni todos los pueblos tienen el mismo talento musical. La explicación hay que buscarla tanto en factores ambientales como genéticos. Entre los factores ambientales podemos referirnos a las creencias religiosas o morales que en muchas ocasiones han considerado el cante o el baile como algo pecaminoso y lascivo impidiendo en algunos lugares su florecimiento artístico. En cuanto a los factores genéticos es sobradamente conocido por ejemplo la superioridad de la raza negra en lo referente al baile y al canto mostrando una belleza y armonía  de movimientos incomparable y un portentoso sentido del ritmo.

Bases Anatómicas de la música

            Este terreno está ampliamente documentado por la neurología ortodoxa por lo que no nos detendremos mucho en él. Todos los investigadores coinciden en que el cerebro musical se encuentra en la corteza temporal.  Para una amena revisión del tema ver por ejemplo el capítulo 15 del libro de Sacks (5).

            Una de las últimas aportaciones es la de Colins (6) que ha medido por RMN las 3 primeras circunvoluciones temporales en 19 profesores yugoslavos de violín y en 19 raperos negros neoyorquinos encontrando un tamaño casi el doble de grande en los raperos.

            También citaremos el trabajo de Statury (7) del Centro de Estudios Misóginos que encuentra diferencias entre sexos con un área mayor en hombres blancos que en mujeres blancas pero no así entre hombres y mujeres negros.

Neuroquímica Musical

            Sin embargo todos estos estudios nos dicen muy poco de cómo actúa la música en nuestro cerebro... ¿por qué un determinado ritmo nos pone alegres o cierta melodía nos hace llorar?  ¿por qué determinado pasaje musical nos genera ansiedad o inquietud?

            Los trabajos más espectaculares a este respecto son los de nuestro propio grupo investigador que vamos a exponer a continuación.

            En un primer experimento, Boogie sometió a varios sujetos a la escucha de diferentes pasajes musicales extrayendo después LCR. que estudió con espectrofotometría. Por un lado encontró diversas elevaciones o disminuciones de neurotransmisores (serotonina, noradrenalina, dopamina, glutamato, glicina, etc) según fuera la naturaleza de la música escuchada.  Así por ejemplo los boleros disminuyen el 5HIAA en LCR, produciendo melancolía, abulia, tristeza e ideación autolítica (todo lo cual hace que los boleros estén formalmente contraindicados en todo sujeto depresivo, especialmente tras ruptura sentimental).  Pero además de esto Boogie encontró sustancias hasta entonces desconocidas (aunque emparentadas con los neurotransmisores) a las que dió diferentes nombres y que se conocen en conjunto como Musicoides Endógenos. La primera que descubrió fue la Rocanroleina que favorece la liberación de dopamina y actúa sobre los centros de recompensa produciendo euforia y alegría de vivir.  A continuación realizó estudios in vivo con TEP, y ha podido localizar los receptores rocanroleínicos en diferentes estructuras cerebrales de los que ha descrito varios tipos (ver Tabla 1)

 

Tabla 1. Receptores Rocanroleínicos (RR)

Listado de los receptores rocanroleínicos identificados hasta la fecha

 

RR1: Activados por la música de los años 50 y 60.

            RR1a: música de Elvis Presley

            RR1b: Chuck Berry

            RR1c: Buddy Holly

RR2: Rock Duro

            RR2a: Rolling Stones

            RR2b: Led Zeppelin

            RR2c: Deep Purple

            RR2d: AC/DC

RR3: Rock Sinfónico

            RR3a: Génesis de Peter Gabriel

            RR3b: Emerson Lake & Palmer

            RR3c: Yes

RR4: Rock Sureño

            RR4a: Lynyrd Skynyrd

            RR4b: Allman Brothers

            RR4c: Marshall Tucker Band

            El segundo musicoide endógeno encontrado por Boogie se halló en sujetos expuestos a la música clásica y fue llamada Clasicina. Se han identificado hasta la fecha 30 receptores clasicínicos que no vamos a enumerar pero que están disponibles bajo petición al autor.

            Existe una diferencia fundamental entre los receptores rocanroleínicos y los clasicínicos  que consiste en la existencia de receptores rocanroleínicos fuera del cerebro en intestino y médula ósea cosa que no ocurre con los receptores clasicínicos. Tal vez esto explique el carácter más visceral del rocanrol así como el alto volumen a que los aficionados oyen esta música buscando estimular instintivamente los receptores localizados en el tuétano de los huesos. Estos receptores responden a las vibraciones físicas por lo que los golpes de batería o las notas del bajo que hacen temblar las paredes serían un estímulo muy adecuado para ellos.

            En el momento actual tenemos identificadas otros muchos musicoide como la rapeina (rap), reggaeina (reggae), popeina (causante por ejemplo de la Beatlemanía), joteina (jota aragonesa y navarra) y la countryna (country) de las que estamos intentando localizar sus respectivos receptores. Sus fórmulas químicas aparecen representadas en la Figura 1.

            El siguiente paso que dió el equipo de Boogie fué administrar intravenosamente rocanroleina a sujetos experimentales mantenidos en absoluto silencio. El resultado fue que que los sujetos experimentaban exactamente las mismas sensaciones que si escucharan rocanrol.

            El Dr Boogie contactó inmediatamente con los Laboratorios Lachorra para la producción industrial de rocanroleína y sabemos que están a punto de sacar al mercado discográfico rocanroleina virtualmente pura a un precio un 60% más barato que los actuales compact-disc con lo que van a revolucionar el mercado discográfico. La  presentación será en forma de pastillas cuyo efecto dura el equivalente a una canción promedio (entre 3 y 5 minutos) estando previsto para mas adelante otras formas galénicas como la presentación en gotas o en inhalador. En Laboratorios Lachorra aseguran que han podido reproducir exactamente la música de Prince y Bruce Springsteen por ejemplo.

            El siguiente campo investigado por el Dr. Boogie ha sido el de los estudios familiares de los receptores para los musicoides endógenos habiendo encontrado una enorme variabilidad genética en la expresión de estos receptores. Se ha encontrado por ejemplo con la ausencia en algunas poblaciones del gen que codifica para el RR2. Estos sujetos -casi siempre mujeres- son incapaces de apreciar el rock duro ni siquiera con años de aprendizaje. Existen otras variantes genéticas que impiden el disfrute o apreciación de otras músicas como la Agenesia de receptores clasicínicos que impide a los sujetos afectos apreciar las excelencias de la música clásica. Es de esperar que la terapia genética arregle estas deficiencias en el futuro

Psicopatología Psicofarmacología y Musicoides Endógenos

            En este apartado tenemos que hacer obligada mención al seminal trabajo de Esculapio (8) que es el más importante y serio sobre la psicología y psicopatología del cantar pero que lamentablemente descuida los aspectos biológicos y genéticos.

            También están los múltiples estudios citados por Esculapio de la escuela de Zuberoa entre ellos la descripción y validación del Test de la Canción así como los trabajos de Logan et al. acerca de la relación entre  la tasa de alcoholemia y la canción entonada por los sujetos embriagados. Estas aportaciones sugieren por ejemplo la posibilidad de interacciones del alcohol con los receptores para los musicoides endógenos que hay que investigar.

            También es esclarecedor el trabajo de Kayung (9) que, siguiendo la moderna línea de investigación que relaciona creatividad y enfermedades afectivas postula una asociación genética entre canto y estado de ánimo en función de la cual el hombre triste tiende a cantar para desahogar su pena lo que explicaría el hecho de que muchos compositores sean enfermos depresivos. El autor presenta diversos ejemplos del mundo del flamenco para apoyar su hipótesis.

            Pero lo que llamó poderosamente la atención de Boogie fue la aparición histórica coincidente en el tiempo de algunas músicas y algunos psicofármacos. Por ejemplo el rock and roll y las fenotiacinas surgen prácticamente a la vez y se difunden en la misma época.  Los instrumentos musicales para ejecutar el rock and roll: Fender Telecaster (1950), Gibson Les Paul (1952)o Fender Stratocaster (1954) son contemporáneos de la Clorpromacina que se empezó a investigar en 1951 en animales y se ensayó en pacientes al año siguiente. Elvis Presley y Chuck Berry se difunden en los últimos años 50 y las butirofenonas y tioxantenos se introducen a partir de 1959. Por otra parte, el boom de las Benzodiacepinas en los años 60 coincide con la Beatlemanía. ¿Existe alguna relación entre estos dos fenómenos aparentemente tan distintos? El Dr. Boogie cree que sí y algunos datos apoyan sus suposiciones. Por ejemplo. el Dr. Boogie ha descubierto que la popeina (musicoide producido en el cerebro por la música de los Beatles) actúa sobre el receptor benzodiacepínico. Tampoco hace falta ser muy listo para observar que la estructura tricíclica de la rocanroleina es sospechosamente similar a la de las fenotiacinas como podemos ver en la Figura 1. Además de todo ello son muchas las observaciones del efecto antialucinatorio de la música rock escuchada por cascos a alto volumen.

 ¿A dónde nos conducen todas estas observaciones? El Dr. Boogie aventura la atrevida hipótesis de que el pop y el rock and roll son una forma de auto-cura o autotratamiento que la sociedad intuitivamente produjo para tratar sus propias enfermedades sociales. Sus investigaciones actuales se dirigen a validar su hipótesis con observaciones recogidas en otros momentos históricos.

Bibliografía

  1. Gilffrey T. Gilberto, the marvellous singer parrot. A propósito de un caso.  J Natural Life 1972; 35: 262-267

  2. Galrraux P. The prehistoric swing.  Arch Musichol 1963; 12 :36-38

  3. Waltz J. ...and the monkey started to sing. In Abbot & Costello: The First Steps in Life. Barakaldo: Stringer-Telag 1987

  4. Jazztone B.  Dancing with wolves is not advisable.  Arch Gen Anthropol 1982; 13: 2-6

  5. Sacks O. El hombre que confundió a su mujer con un sombrero.  Barcelona: Muchnick Editores S.A. 1987

  6. Colins HARMN. study of the musical cortex. Neuroanatomic Papers 1995 150: 26-28

  7. Statury C. We would like to insist that men and Women are obviously not the same. Arch Mysog Affairs 1995; 250: 356-376

  8. Esculapio DW. Canciones y Psicopatología Txor Her Med Journal 1995; 3:13-19

  9. Kayung K. El Cante Jondo ¿un síntoma afectivo? Acta Rumb Gadit 1995; 96: 446-449


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